En cierta ocasión, Martín Lutero, ensalzó a la ciudad germana llamándola «Erfurt, la coronada por numerosas torres», porque aquí se elevan hacia el cielo las torres de 25 iglesias parroquiales, 15 monasterios y 10 capillas. Pero el encanto de Erfurt, aún siendo éste importante –la Catedral y la Iglesia de San Severo son obras maestras arquitectónicas del Gótico alemán– no radica sólo en el ámbito sacro (por fuerte que repique “Gloriosa”, la campana medieval de volteo libre más grande del mundo) Ni mucho menos. Érfurt ofrece una programación de actividades para todo el mundo durante todo el año y para todos los gustos. Su riqueza en acontecimientos históricos, su vitalidad, su famoso festival DomStufen, uno de los eventos de teatro al aire libre más famoso de Europa, su cultura –vivida de mil maneras–, y su hospitalidad sorprenden a cualquier visitante. Hasta el punto de que, por ejemplo, Ilia Papandreu, cantante de ópera, se quedó a vivir allí no más conocerla y dice de ella: “Erfurt tiene todo lo que quieras de una gran ciudad, pero, aquí, sin ningún estrés”
Ubicada en el cruce de caminos de antiguas rutas comerciales alemanas y europeas, la capital de Turingia es, desde antaño, punto de encuentro y patria de intelectuales. Una ciudad de gran personalidad, centro orgulloso de la Reforma y un verdadero polo de atracción para numerosos personajes que vivieron en ella. Lutero, Goethe, Bach, Humboldt, el zar Alejandro o Napoleón, entre otros, fueron atraídos por el influjo de Erfurt. Una urbe que ama lo antiguo (son admirables esas casas patricias de entramado de madera restauradas con mimo y las fachadas de hermosos edificios renacentistas del casco histórico) sin desdeñar el moderno estilo de vida, con esas hermosas y animadas terrazas en plazoletas de estilo italiano.
El puente Krämerbrücke